Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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sábado, 23 de mayo de 2009

Serotonina y movimiento






Tiene éxito, dentro de la tendencia irreprimible a reducir todos los problemas neuronales a anomalías de una molécula, la idea de que la serotonina es la "droga de la felicidad" y que si no somos felices es porque se nos ha venido abajo la deseada molécula. 

Uno de mis varios empeños en entender las entrañas de la red neuronal ha sido el de comprender a la serotonina. He explorado todas las entradas que he pillado sobre ella para captar sus ocultos poderes y todavía no he sacado ninguna conclusión. 

Dicen que sin serotonina nos venimos abajo y nos sumimos en una apatía motora dolorida de la que nos sacan los benditos fármacos que la devuelven al nivel necesario. Sin serotonina no nacen nuevas neuronas en el hipocampo, la vida se detiene, no interesa la novedad, el riesgo, la incertidumbre. El movimiento está desprovisto de ilusión e, incluso, se vuelve doloroso y cansino. 

Dicen también que el ejercicio normaliza la serotonina y echa a andar la fábrica de nuevos retoños neuronales en el hipocampo. 

¿Dónde acaba el organismo y comienza el individuo? ¿Qué controla la motivación, el arrojo? ¿Qué hace que nos movamos? 

¿El problema es físico o psicológico? 

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                             -¡Hay que moverse!

                             -¡Qué más quisiera yo! pero... ¿no me podría subir antes la serotonina?

                             - Eso está hecho...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

El sufrimiento en una depresión grave no puede ser más intenso. O al menos yo no conozco nada que se le parezca. Con distintas intensidades padecezco esto desde la infancia, y se ha agravado mucho en los últimos año. He seguido muchos tratamientos distintos, en general con resultados mediocres. Como mecanismo de defensa me he dedicado durante años a escribir conclusiones y observaciones de mi realidad. Tengo ahora 43 años..

Encuentro el ejercicio físico mucho más eficaz que la medicación. El problema es que hacer ejercicio estando en una depresión gorda es muy difícil y tomar un chorro de pastillas es mucho más fácil. Para colmo una vez que comienzas un tratamiento fuerte casi puedes olvidarte de hacer ejercicio: la voluntad se viene abajo. Uno empieza a confundirla con su estado pero tras revisar mil veces lo que he escrito he concluido que no, que la voluntad decae siempre con la medicación.

Si la depresión persiste con la medicación y la cosa empieza a durar años (con el sufrimiento que eso conlleva) se puede hacer lo que yo hice: abandonar la medicación y al poco comenzar a hacer ejercicio. Al abandonar la medicación se debe tener en cuenta el riesgo de suicidio y si se puede avisar a alguien próximo (difícil de encontrar por lo general) de que uno puede querer hacer esto en algún momento. Mi experiencia en esto es:

a) Que uno tiende a querer decirlo pero rara vez encuentra a alguien
b) Que se presenta en un momento que no es ni mucho menos el peor.
c) Que las pesadillas y la noche juegan un papel importante.

Una vez fuera de la medicación se puede consiguir hacer ejercicio pensando en él como un proceso de dura rehabilitación (como los que tienen accidentes y deben comenzar a andar de nuevo y les cuesta la misma vida). Si uno es capaz de hacer este esfuerzo la cosa puede mejorar. El esfuerzo conlleva asumir que quizás, como me pasó a mi, te caigas de la bicicleta estática enmedio del gimnasio o tengas que ir a vomitar etc... es difícil volver después de uno e estos episodios, máxime cuando nadie te obliga. El abandono es casi seguro. La clave está en apuntarte una y otra vez hasta que la mente y el cuerpo se acostumbre por aproximaciones sucesivas.

Al igual que el ejercicio hay otros recursos que pueden funcionar, pero una de las cosas que más nos alivia es tener el control (aunque sea de forma ficticia) de la situación. El ejercicio, la relajación, etc.. cumplen ese requisito pero la medicación es algo pasivo. Quiero decir con esto no que no sea útil, que lo es, sino que no es el remedio.

Disculpe la extensión del comentario pero por lo que he leído en su magnífico blog, encuentro mucho paralelismo entre el tema de la migraña y el de la depresión. Para mi es muy claro que en esta enfermedad uno se protege fuertemente de algo que objetivamente no existe o que está procesando de forma errónea o exagerada. En este sentido el ejercicio tampoco sería la solución última, pero ayuda mucho por el doble componente físico (serotonina) y psicológico (control de la situación).

Estoy seguro de que la información es clave para superar la depresión, el problema es que esta información no nos llega y la que llega es tremendamente contradictoria.


Saludos.

Arturo Goicoechea dijo...

Agustín: agradezco su testimonio, cuyo valor es superior a todo lo que podamos escribir los de "ánimo normal" sobre depresión.

Estoy absolutamente de acuerdo con sus reflexiones-conclusiones. El síndrome depresivo proviene del encendido de un programa cerebral, "respuesta de enfermedad" que se activa, de forma fisiológica, ante situaciones de amenaza tisular generalizada o entorno precario poco rentable (física y/o socialmente).

La activación del programa sin causa física o de condiciones de entorno que lo justifique es debida a una evaluación catastrofista cerebral sobre capacidad de afrontamiento del individuo o adversidad-desaprecio del grupo. El cerebro hace una evaluación a la baja sobre rentabilidad y fuerza con el programa al individuo a una conducta de retraimiento, rumiación catastrofista, desgana, cansancio, dolorimiento, filtro atencional selectivo sobre hechos negativos...

La responsabilidad del individuo en la gestión de esa situación es variable pero no está de más el ser consciente que, como sucede en la migraña, esa cuota de responsabilidad puede no recaer sobre nuestra voluntad sino sobre el organismo que es el que está sosteniendo una evaluación catastrofista errónea e injustificada.

La diferencia entre migraña y depresión es de referencia sobre la diana de la evaluación catastrofista pero estoy de acuerdo contigo de que comparten muchos ingredientes.

Respecto a la información, se da la misma deficiencia: o la depresión es endógena, genética y viene determinada por nacimiento o exógena, disparada por episodios de adversidad-precariedad. No hay referencia al papel de la enculturación, a la participación de la información en el proceso.

Como en la migraña, fibromialgia, fatiga crónica... en la depresión el individuo debe reaccionar frente a su propio organismo.

El ejercicio es un modo de hacerlo ya que es una expresión de dicha rebeldía y consigue mejorar la autoestima de afrontamiento a la vez que normaliza el sustrato bioquímico (serotonina, neurogénesis hipocampal...) que subyace al programa depresivo.

Saludos

Anónimo dijo...

Arturo, muchas gracias por su amable respuesta, la cual me ha parecido muy interesante. Ando leyendo las entradas de su blog y me parece de lo más agudo que he leido en la red, por lo que me quedaré por aquí y con su permiso, comentaré alguna que otra vez alguna entrada aunque sea para dejar ver mi ignorancia, pues no pertenezco al mundo de la salud (o quizás finalmente en ese barco estemos todos)

Es totalmente cierto que no se va mucho más allá del tema "depresión endógena" o "depresión exógena/reactiva" .Es una simplificación excesiva de la realidad.

Yo para mi caso y tras años de confusión he observado en mi un esquema cronológico que me convence. El orden sería el siguiente:

1) Algo inconsciente da la orden de activar alerta en el organismo. Ocurre en décimas de segundo. El corazón late más deprisa etc...
2) La mente se da cuenta del estado del cuerpo y actua a la inversa: si las señales del cuerpo son de miedo (sudoración, taquicardias etc... ) la mente comienza a generar pensamientos de temor.
3) Los pensamientos comienzan a actuar sobre el organismo y al revés; no ya en circulos sino en espiral, pues las posibilidades de salir de esto disminuyen debido a que todo empieza a verse cada vez más negro(el filtro selectivo)

Cuando uno se da cuenta de que los pensamientos vienen inducidos por el estado del cuerpo, puede minimizar la importancia de sus pensamientos, relativizarlos, pues estos son en última instancia una mentira inducida. El mejor momento para actuar es cuando uno comienza a sentir los primeros síntomas anómalos en el cuerpo. Y es mucho mejor observarlos como "algo que ocurre" que intentar evitarlos. Un "truco" útil es ponerle etiquetas verbales a todo lo que ocurra, por ejemplo, si hay taquicardias uno puede decir mentalmente: "Ahí está mi corazón latiendo rápido". y lo mismo para cualquier otro síntoma: "mi cuerpo suda" o "el estómago me duele" etc... Con esta receta sencilla uno puede ir educandose en no generar pensamientos negativos que vayan cerrando la espiral. También se hace necesrio controlar la respiración.

Inevitablemente a veces la espiral cuerpo-pensamiento empieza actuar más rápido que uno y lo pensamientos negativos toman el control, dejandole a uno con pocos recursos. En este caso uno debe aprovechar el primer momento en el que se encuentre relativamente mejor para resetearse, volver a empezar. Es como cuando un niño se cae al suelo y el padre le dice mientas le limpia las manos eso de: ¡ea ya pasó, ya pasó! . El problema es que se lo tiene que repetir uno mismo y uno es poco objetivo, pero con entrenamiento se consigue y los periodos de depresión insoportable se acortan.

Vuelvo a ver paralelismos con el tema del dolor, pues parece que el dolor también entra en espirales que se alimentan precisamente de miedo. Puede ser que el que sienta dolor pueda beneficiarse en algo de esto que yo he observado. Quizás si mientras siente dolor se entrena en poner etiquetas verbales a esos dolores pueda mejorar su estado o al menos no aumentarlo. Y también puede ser que en deba aprovechar los periodos de menor dolor para reprogramarse.

Saludos.

Arturo Goicoechea dijo...

Agustín: aprecio sobremanera su comentario por el valor de las conclusiones a las que ha llegado desde el papel de afectado por un organismo-cerebro que trata de mantener siempre un estado de baja autoestima-alerta sobre usted y el entorno.

Suelgo decir que la estructura, tanto del dolor como la depresión, es una pescadilla que se muerde la cola... y ¡engorda!, es decir: una espiral.

Lo de etiquetar ojetivamente los síntomas es correcto y útil. Sólo precisa de un soporte de conocimiento sobre características del proceder de la red neuronal para, desde el conocimiento consciente, ir disolviendo programas automatizados de alerta y desánimo que tratan conseguir una conducta de retraimiento y miedo al fracaso.

Estos programas surgen del cerebro y deben ser modulados por el individuo consciente pero, desgraciadamente, los profesionales etiquetan esta situación como una entidad biológica determinista o una psicopatología del individuo, facilitando así el desarrollo en espiral de una estructura depresivo-alarmista, a través del diálogo inevitable (reentrada) entre lo que sale del sistema a la consciencia y la retroalimentación `positiva acrítica que devuelve el individuo (resonancia).

Creo que su capacitación como informático le puede ayudar a interiorizar una idea de cerebro-ordenador rebosante de virus culturales.

Los antivirus los produce el propio cerebro pero sólo cuando le facilitamos material cognitivo-interpretativo que debe validar previamente.

Me encantaría que siguiera con sus reflexiones, que, considero valiosísimas.

Saludos

Anónimo dijo...

Arturo, es cierto que mi profesión vocacional de informático me lleva a ver la depresión como algo muy distinto a lo que se suele comentar. Y realmente da usted en el clavo, pues es efectivamente con conceptos sacados de la informática como manejo este tema.

Cada vez más percibo la existencia de un software instalado en el hardware de nuestro cuerpo-cerebro. Supongo que cuando la naturaleza ha tenido que modificar algo en nuestro cerebro lo ha hecho partiendo de lo que había y por eso seguramente el sistema responde mal con frecuencia. Es un software hecho con parches como los sistemas operativos actuales.

Veo dos problemas para comprender como funcionan los pensamientos: a) no tenemos el código, sino solo las entradas y salidas y b) pensamos con el mismo software con el que tenemos que descifrar.

Es muy común en informática eso de no tener el código y tener que reconstruir el programa. Es lo que se llama ingeniería inversa. Veo que la neurociencia está en ello y no veo ahora una tarea más importante en términos de rentabilidad para el género humano que esta. Creo que hay que aumentar los presupuestos y dejar que entren gente de otras disciplinas: expertos en lógica matemática, informáticos, hackers, lingüistas ...

Lo de pensar con el mismo software con el que se quiere descifrar no sería tan problemático si no fuera porque este software nos engaña a cada instante. Es sorprendente a más no poder hasta que punto puede llegar este engaño. Algunas de las observaciones que tengo al respecto:

A) Cuando un deprimido se cura, olvida por lo que ha pasado. Sabe que lo pasó mal, o muy mal, pero es algo más verbal que otra cosa. En absoluto recuerda el infierno minimamente como fue. Esto lo sé por múltiples apuntes escritos que tengo sobre mi hablando de como me sentía. Y también porque ahora estoy dentro y lo veo.
B) Cuando un deprimido tiene una mejoría, olvida también gran parte del infierno y esto le hace ser optimista. Si la depresión no es muy grande entonces puede que la mejoría le ayude a salir.; pero si no sale la decepción posterior redunda en una recaida mayor. Es tras uno de estos momentos cuando se tiende a pensar en el formateo total. Consecuencia: hay que vigilar al deprimido cuando le va bien.
C) La capacidad de olvido es proporcional al sufrimiento. He visto a gente con depresines graves que una vez "curada", no es capaz de comprender bien una depresión parecida a la suya (o incluso la suya misma) Un corolario de esto es que el deprimido, una vez curado aporta una información muy imprecisa. Se puede aportar mucha información desde dentro si se está entrenado ( y en períodos en los que uno no esté fuera de combate).

Otro problema es el del sufrimiento continuado y sostenido en el tiempo . Cuando se han agotado las lágrimas y se lleva ya años con los mismo, uno se pregunta esto: ¿cuanto va a durar?. Nadie puede responder a esto. Y aqui hay un hecho curioso: si a alguien se le somete a un sufrimiento intenso, es muy probable que caiga en depresión. Si el sufrimiento intenso viene provocado ya de por si por la propia depresión entonces es una especie de depresión dentro de la depresión. Sobrevivir a esto último depende de como proceses tu situación. A mi me parece que la forma más útil de manejarse una vez llegado a este punto es hacerte responsable de tu propia enfermedad: cuanto más mejor. y no creo que sea incompatible con visitar al médico, pero la tarea debe ser ya colaborativa o complementaria. He visto que algunos profesionales te pasan la bola cuando ya llevas tiempo con depresión y en realidad lo veo bien, pero ¿que ocurre si la depresión fue provocada inicialmente por otra enfermedad?

Tengo muchas reflexiones más, lo que no sé es si pueden ser o no de su interés. Disculpe el desorden y las imprecisiones en mi exposición.

Saludos.

Arturo Goicoechea dijo...

Agustín: tus comentarios profesionales superan mi capacidad para interpretarlos por mi analfabetismo informático.

Desde esta contingencia me atrevo a responderte y espero que seas benévolo con mi ignorancia.

Efectivamente la evolución biológica es de bricolaje, chapucera. Va añadiendo a lo previo innovaciones sin eliminar lo que precede. Es un sistema degenerado que opera en paralelo desde múltiples programas.

No existe memoria estática, petrificada. El sistema analiza globalmente todos los archivos en función de contextos y probabilidades. Las creencias determinan el cálculo probabilístico (lógica bayesiana) y están sometidas a un proceso competitivo entre asambleas neuronales que se disputan la conectividad, individual y colectivamente.

Lo que no se proyecta hacia la percepción no se elimina sino que sigue con su % de probabilidad generando "ruido" opositor. En cualquier momento esa probabilidad "dormida" coge fuerza, en función de muchas contingencias y puede aflorar con un resultado opuesto al que el individuo consciente presume.

Hay propósitos y objetivos distintos entre integridad del sistema y deseos del individuo, que compiten entre sí. Conviene no perder de vista al organismo como sujeto-competidor-enemigo que puede mantener estacionarios programas defensivos-inhibidores asfixiando irracionalmente al individuo.

Estoy de acuerdo en que diversos profesionales de la "inteligencia artificial" debieran entrar al sistema sanitario a aportar conocimiento. Es urgente ese cambio para librarnos del monopolio de la responsabilidad de genes, neurotransmisores y estreses.

La ingeniería inversa debe presidir, como dices, el proceso de análisis de cómo puede operar el sistema, para tratar de modularlo a favor nuestro.

Un elemento perturbador puede ser el carácter social de nuestra especie. Muchas veces el sufrimiento proviene de esa condición de referencia al otro.

Bueno, espero que este desorden conceptual sirva de algo más que ruido ambiente, aunque el cerebro procesa también el ruido y lo optimiza (resonancia estocástica)

Seguiremos Saludos