Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

Click here to switch to the english version

jueves, 16 de julio de 2009

Ironías del cerebro



Hay veces que necesitamos angustiadamente conseguir un objetivo, concentrar el esfuerzo y la atención en una tarea. Nos hacemos el propósito, nos concentramos y tratamos de evitar todo aquello que nos perturbe y distraiga dando al traste con nuestra intención.


Necesito dormir, necesito acordarme u olvidarme de esto o lo otro, voy a guardar este secreto, no voy a pensar que me va a doler...


La mujer de Lot y Eurídice recibieron la recomendación de no volver la cabeza hacia el fuego del que huían y no pudieron evitar hacerlo.


Irónicamente cuanto más empeño ponemos en conseguir un propósito, cuanto más nos urge la necesidad o nos apremia el tiempo, más probabilidad hay de que nos salga el tiro por la culata.


El Psicólogo de Harvard Dan Wegner describió la Teoría irónica de la supresión de pensamientos mostrando experimentalmente que se producía el efecto contrario al solicitado. Basta prohibirnos algo que pueda interferir la tarea para que, irónicamente, el cerebro nos lo muestre con insistencia.


Algunos pacientes comprenden y aceptan los conceptos sobre generación cerebral de los síntomas. Con las nuevas ideas en la cabeza se proponen librar la batalla contra la intrusión de pensamientos que puedan reactivar el síntoma. Obsesivamente se recuerdan: no voy a pensar que me va a doler...voy a pensar que no tengo nada... Sin embargo el cerebro responde en la dirección contraria: nos presenta en la conciencia aquello que le hemos pedido ignorar:


- No quiero que me hables de dolores...


- Te recuerdo que me has dicho que te recuerde que no te acuerdes del dolor...


- ¡Déjame en paz!. Te he dicho que no me recuerdes que me duele...


- Tal como me has ordenado te recuerdo que me has dicho que no te distraiga recordándote que te duele... así que concéntrate en lo que estás haciendo.


- No hay manera de conseguirlo si no me dejas de recordar que no me acuerde del dolor...


No está claro entre los psicólogos qué debemos hacer en estos casos. A veces parece que debemos desviar la atención del dolor y otras, al contrario, que debemos centrar nuestra atención en él para disolverlo.


Parece que lo que no es recomendable es: negar los síntomas (la realidad), ocultar los problemas y tensar excesivamente la autoprohibición.


Lo que está claro es que el cerebro no funciona con un mando a distancia y que los procesos de solicitarle prestaciones o estados deben seguir unas reglas y condiciones que debemos explorar.


Si queremos dormir debemos quitar hierro al insommio. Si queremos que no nos duela debemos eliminar la relevancia del dolor... pero para eso antes tenemos que eliminar la incertidumbre sobre supuestas alteraciones somáticas. Debemos convencernos que estamos sanos.


En cualquier caso, parece que es aplicable la recomendación de "Prohibido prohibir... pensar"

5 comentarios:

Jordy dijo...

Una sugerencia D. Arturo. A veces, con algunos pacientes me ha sido útil la llamada técnica paradójica que proviene de algunos enfoques de la psicoterapia (de orientación sistémica). La premisa a ejercitar por el paciente podría ser, por ejemplo: "bueno, pues se va a a esforzar, de 11 a 11:20 de la mañana en concentrarse todo lo que pueda en el dolor de cabeza, intente esto todos los dias y ya me dice..." Sorprendentemente a muchos les suelen aliviar estos ejercicios, creo que, al hilo de sus razonamientos, esto rompe el circulo vicioso del intento de huir de la vivencia. Paradojicamente es como si al intentar aceptar y sumergirnos en lo temido esto se aliviara considerablemente.

Anónimo dijo...

Las terapias de intencion paradójica estan cargadas de sentido del humor, es dificil que los pacientes las sigan en cuanto descubren la trampa. El Dr Goicoechea es un experto en tratamientos paradójicos.... yo uso con mucha fecuencia ese tipo de tecnicas cuando veo pacientes anorexicas cuyos padres no aceptan el diagnostico, suelo preguntarles:
¿Y a usted que diagnostico le convendría?
El diagnostico es algo a consensuar y dado que alguna spersonas temen o tienen fobia a algunos diagnosticos yo estoy dispuesto a cambiarlo si entran d ebuena gana en el tratamiento que les propongo.

Arturo Goicoechea dijo...

Jordy Y Paco: recuerdo que soy neurólogo, algo atípico, pero neurólogo al fin y al cabo. Sabía que existen técnicas psicológicas para tratar de desbaratar el encendido de programas por efecto paradójico pero no tengo experiencia.

Mi enfoque va dirigido básicamente a hacer ver el absurdo, la irracionalidad de las decisiones perceptivas cerebrales: por ejemplo si alguien tiene migraña tras comer chocolate le explico el proceso real de justificación "cerebral" del programa dolor: el cerebro valora una probabilidad de infección meníngea o rotura arterial tras comer chocolate. Según el grado de convicción conseguida con las exposiciones pedagógicas, las decisiones perceptuales cerebrales, que buscan una determinada conducta defensiva del individuo, se desactivan. Se produce tolerancia cerebral al chocolate. Es un proceso similar al de la tolerancia inmune.

Respecto a lo que comenta Paco de consensuar el diagnóstico y la terapia les planteo la metáfora de la consulta como una tienda de tabaco: "me pagan por darle tabaco si usted quiere seguir fumando, después de explicarle los riesgos de su hábito, pero también lo hacen por conseguir que deje de fumar"... "Dígame qué prefiere: si quiere le doy un vale para tabaco o si quiere la opción de dejar de fumar nos ponemos a la tarea"

El dolor es como las ganas de fumar y el tabaco es el analgésico. Evidentemente nadie acaba pidiéndome analgésicos. Es posible que decidan algunos visitar a otro neurólogo...

Anónimo dijo...

Me gusta mucho que el diagnóstico sea algo a consensuar implicando al paciente desde el primer momento.La prescripción del síntoma es algo muy utilizado en terapia sistémica y muy útil. No hay nada que despierte más a alguien que tener que dormirse a la fuerza. Así que yo muchas veces les digo que pongan el despertador a las 3 de la mañana. Muchos claro, creen que les ha tocado la psiquiatra chiflada, pero es una téncica realmente efectiva. Recomiendo a los residentes los libros de Paul Watzlawick especialmente "Cambio" y "El arte de amargarse la vida" de orientación sistémica. El sentido del humor me parece fundamental en la relación terapéutica
Gracias, un saludo
Marga

Arturo Goicoechea dijo...

De acuerdo en consensuar pero en el tema que habitualmente me ocupa: el dolor sin daño, se trata de un consenso más aparente que real. Trato de deshacer la estructura de creencias y hábitos conductuales de afrontamiento (recomendadas "oficialmente") abrumando con argumentos para no dejar resquicio a las tomas de decisión, a mi juicio, erróneas cerebrales. Inicio planteando las dos alternativas, que se las expongo y después debe decidir el paciente qué hacemos pero intento que haya poco margen de duda para su respuesta.