Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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sábado, 10 de octubre de 2009

Aprendizaje


Nuestra especie está marcada por el aprendizaje. Aprendemos a percibir el mundo, a separar lo relevante de lo irrelevante, la figura del fondo. Asignamos y negamos valor a objetos y sujetos, agentes y estados y, sobre todo, segregamos del universo de lo incierto un mínimo de certezas.

Nuestros inevitables credos estarán fuertemente influidos por sucesos propios y ajenos y por lo que los colectivos en los que nos vamos criando van mostrando como contenidos creíbles.

El aprendizaje construye un mundo de piel afuera y otro de piel adentro. El primero lo vemos, oímos, olemos, degustamos y palpamos mientras navegamos por él. Conseguimos así un razonable acúmulo de certezas. Podemos interpretarlo, predecirlo y controlarlo. El segundo es opaco, asensorial, incierto.

El mundo de piel adentro expresa sus estados emocionales (sus necesidades, deseos y temores) a través de los síntomas: hambre, sed, calor, frío, cansancio, mareo, dolor, angustia, desánimo... exigiendo al individuo las acciones oportunas para calmar la incertidumbre.

Gran parte de los requerimientos internos se limitan a expresar una inquietud, un temor, una posibilidad teórica, una corazonada... El cerebro exige al individuo una acción que le devuelva la tranquilidad.

Las expectativas y creencias cerebrales sobre sucesos internos están fuertemente marcadas por la información experta y gran parte de los síntomas emergen de la incertidumbre construida inconscientemente durante el aprendizaje.

El dolor, hambre, cansancio, sed, frío y calor crónicos, ya no indican lesión, desnutrición, agotamiento de reservas de energía ni temperaturas extremas sino un estado emocional surgido de la incertidumbre.

La incertidumbre sobre integridad interior debe inclinarse hacia una de las dos posibles certezas: salud o enfermedad. Cualquiera de las dos es preferible a la insufrible zozobra de la duda.

La interpretación de los síntomas está en manos de los expertos, los tutores que previamente han alimentado las incertidumbres. Puede que la consulta cierre el círculo vicioso de los malos augurios: que parezca estar sucediendo lo que se ha inculcado a temer tener.

Hay síntomas por realidades y hay síntomas por creencias y expectativas.

Hay una docencia que sensibiliza al cerebro hacia la incertidumbre de enfermedad. El mayor problema de esta docencia es que no advierte sobre los peligros de la información que ella misma difunde, y señala al individuo, al perceptor de los síntomas, al alumno, como causante de los males de una escolarización tocada por el catastrofismo de tutores y textos escolares.

Los alumnos-pacientes (comentan los tutores expertos) han salido genéticamente hipocondríacos, depresivos, neuróticos y sensibilizados. El cerebro hipersensible procesa mal nuestra excelente información...

- Le vendría bien una terapia cognitivo conductual. Tiene usted falsas creencias y conductas de afrontamiento inadecuadas...

- ¡Me limito a creer-temer y hacer lo que ustedes me han enseñado...!

- Está usted equivocado. Son sus genes, sus serotoninas, dopaminas y noradrenalinas, sus estreses y reveses, sus esguinces cervicales y mala alimentación, sus karmas y malos rollos...




6 comentarios:

todopsicologia dijo...

Creo que no se trata de equivocaciones. Creo que son modos de funcionar normales y adecuados, donde lo que falla es la atribución.
Cuando uno está asustado, el modo de funcionar normal, de cualquiera, es que la forma de pensar y de actuar sea coherente con ese estado de ánimo. Se ve el mundo como una amenaza, y si uno mira para si mismo, cualquier cosa que le suceda también lo es. El que yo piense bajo ese estado de ánimo que un señor con gabardina va cargado de bombas, y llegue incluso a verlas (como pasó en los atentados de Londres) es un pensamiento normal bajo determinadas circunstancias. El problema es que ese pensamiento puede ser un reflejo de circunstancias internas o un reflejo de una realidad externa y dependiendo de cual sea la atribución que realicemos actuaremos de una forma u otra.
Así pues, me parece que no hay un pensamiento irracional, me parece que lo que hay es una falta de información y por tanto falta de alternativas atribucionales.
En un ataque de pánico (lo siento, es con lo que mas trabajo) ocurre eso mismo. Determinadas circunstancias provocan miedo, y lo normal es que los cambios fisiológicos sean coherentes con ese miedo (el corazón aumenta su ritmo, cambia la respiración...) pero también son coherentes los cambios cognitivos que se producen y las conductas. La persona que sufre el ataque, mira para su corazón acelerado y piensa que le va a dar un infarto y eso hace que entre en un circulo vicioso. Mas miedo, mas rapido el corazón, mayor intensidad de los pensamientos catastróficos, mas miedo....
Por tanto, repito el problema viene por una carencia, creo, mas que por una forma de pensar irracional. Los pensamientos obviamente, no se dan en el aire, se dan en un órgano, el cerebro, que es tremendamente complejo y que funciona como un todo, como una inmensa red. Así que los pensamiento raramente reflejan de un modo inequívoco una realidad externa, siepre tendrán mucho del medio emisor (el cerebro), y por eso creo que es muy valiosa tu forma de ver el problema.
El único matiz que me parece a mi modo de ver, cuestionable es ese apelar a una irracionalidad, puesto que creo que esto también hará que el cliente se resista con todas sus fuerzas a admitir su falta de racionalidad, cuando en realidad creo que se trata de ver precisamente leer un periodico con microscopio.
Saludos.

villovi dijo...

Tengo otro punto de vista, si me lo permiten. Creo que en la sociedad en que vivimos, existe un trasfondo económico en cada concepto. La salud es un negocio, como lo es la política, el derecho a la vivienda, etc. Nuestro sistema económico se basa en el movimiento del dinero. El miedo es potencialmente uno de los negocios más rentables. Junto con las guerras, la salud es una de las empresas más rentables. Es "lógico" que vivamos en un sistema de hipervigilancia, que creemos hipercondriacos, puesto que esa gente consume fármacos, acude a terapias, etc.

El problema de la "charlatanería" al que nos enfrentamos diariamente en consulta, viene de la mano de sanitario-feriantes que han anunciado el fin del mundo y el remedio para evitarlo.

En mi sector, la fisioterapia, es algo que vivo gracias al sector quiropráctico. Sus premisas es que nacemos "enfermos". El parto, agresivo, provoca lesiones que nos pasan factura el resto de la vida. Necesitamos regular la alimentación y manipulaciones espinales periódicas y contínuas para mantener un estado de salud ideal...

Desgraciadamente, pese a los comites éticos y demás, la salud es tan negocio como el resto, por lo que interesa más una docencia tal y como esta planteada en estos momentos. Interesa más un "pueblo" manipulable que uno con capacidad de decidir...

Arturo Goicoechea dijo...

Jesús: la conducta de los pacientes con "disfunción evaluativa" (o atributiva si prefieres) no está equivocada ya que se ajusta a los patrones sancionados por los expertos como adecuados. Están condenados a contribuir al círculo vicioso en el que se meten pues resuenan lo que el cerebro propone.

El ciudadano actúa racionalmente respecto a una mala información. La irracionalidad está en los contenidos que la cultura experta difunde.

Atribuir a un cambio de tiempo la posibilidad de generar daño necrótico en una articulación es irracional pero si el cerebro traga (y tiende a hacerlo) activará el programa dolor para proteger esa articulación de una supuesta amenaza. El individuo se limita a comprobar que le afectan los cambios de tiempo a su rodilla...

Arturo Goicoechea dijo...

villovi: pues sí, hay de todo eso que dices pero creo que tiene éxito porque hay un déficit de información. La neurofisiología que se explica en las Facultades sigue teniendo conceptos erróneos y carencias. Es difícil solucionar este problema mientras campe a sus anchas el analfabetismo sobre biología del dolor con todas las falacias de éxito en el ambiente, alimentando todo tipo de negocios...

villovi dijo...

Yo espero impaciente que me llegue su libro para aprender un poco más sobre el dolor... a ver si llega ya!
Un saludo.

Arturo Goicoechea dijo...

Villovi: me dijeron en la editorial que saldría en Noviembre.