Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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martes, 9 de marzo de 2010

Los cambios afectan



- He comprobado que me afectan los cambios de tiempo...

Es un comentario frecuente en los padecientes de dolor. Si ellos lo dicen es que es así. Basta con que vaya a cambiar el tiempo para que aparezca el dolor proyectado sobre cualquier zona del organismo.

¿Conclusión?

Si el cerebro detecta cambio de tiempo y lo considera relevante para la integridad tisular activará la función de alerta del dolor sobre la zona bajo sospecha. En la zona protegida por el dolor no sucederá nada relevante con el cambio de tiempo pero el cerebro la protegerá sensiblemente durante la transición meteorológica. El individuo estará afectado por el encendido del programa. Tiene razón: los cambios de tiempo acaban afectándole, doliéndole.

Sucede lo mismo con los cambios de actividad laboral. Hay padecientes migrañosos que sufren la tortura de la crisis en fines de semana. Se enciende la alarma el sábado por la mañana y se desactiva para volver al tajo el lunes. Los padecientes hacen pruebas: dejan el cubata de la cena del viernes, se levantan el sábado a la misma hora de los días laborables... Todo en vano. La migraña sigue acudiendo a la cita de la transición entre dos estados bien distintos: trabajar o no trabajar. Esa es la cuestión.

La variación hormonal es otro clásico... en las mujeres. Se supone que los varones no tenemos variaciones hormonales. Los cambios en los estrógenos hacen que la migraña aparezca cuando descienden en los días de la menstruación. Otras veces lo hacen cuando suben, en la ovulación, otras en ambos momentos. A veces la migraña se apaga con la menopausia, otras se enciende o reaviva. Lo importante es el cambio no su contenido concreto.

La transición del reposo al movimiento y viceversa es otro cambio importante. A veces el dolor se aplaca con la acción y otras aparece al finalizarla. 

Los cambios siempre son relevantes. Obligan al cerebro a resetear, a aplicar un programa de alerta para sintonizar con la nueva condición, tomarle la medida del peligro teórico que conlleva. Los nuevos momentos y lugares pueden ser considerados como irrelevantes y el cerebro les aplica el sello de "tranquilos todos, no pasa nada" o, al contrario, activar el: "atentos todos...nueva situación".

El cambio puede contener una transición de un estado seguro a uno peligroso, en cuyo caso el dolor nos muestra que entramos en terreno de peligro de daño necrótico en los tejidos. Haremos bien en tomar nota de dónde se encuentran los límites. Acercar la mano a la chimenea da calorcillo pero si la acercamos demasiado el dolor nos indicará que hemos traspasado la barrera de seguridad.

Muchas veces el dolor promovido por el cambio (meteorológico, hormonal, actividad muscular...) muestra la transición de un estado de confianza cerebral a uno de alerta. El cerebro activa la alarma con la nueva condición como resultado de sus previsiones alarmistas. 

Hay individuos que por genesy/o crianza son buscadores de novedad. Los cambios les ponen. Los necesitan para calmar su instinto explorador. Otros tienen la tendencia contraria: prefieren que no haya novedades en su mundo. La evitación de novedad puede asociarse al miedo a la transición, al miedo al daño (desde la perspectiva cerebral).

Ni los cambios de tiempo ni los hormonales ni los laborales ni los locomotrices ponen en peligro a los tejidos normales (vale el "suficiente"; no es necesaria la matrícula de honor). Si el cerebro activa las alarmas es porque los teme y si los teme es porque ha aprendido a temerlos a golpe de biología (alerta al cambio) y escuela (sensibilización cultural). 

- Me afecta la primavera.

- Tiene usted alergia al polen de las gramíneas.

- El polen me toca las narices y me las afecta... se inflaman.

- No es el polen ni sus narices. El polen es inofensivo y sus narices son suficientemente normales. Es su sistema inmune que no tolera un aire con polen. Lo teme...

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- El cambio de tiempo me afecta la rodilla. Lo noto porque me duele.

- No es el cambio ni su rodilla sino su cerebro que le ha cogido miedo...

- Se equivoca. No es psicológico. Me duele...

Los padecientes sensibles a los cambios se muestran remisos a veces a perder su fina sensibilidad a los cambios. Eso les pierde.

El organismo puede desarrollar habilidades extraordinarias para detectar sutiles variaciones físicoquímicas en el entorno (externo e interno) celular. Sólo darán lugar a un informe consciente si existe relevancia en la variación.

- Este vino es un crianza del 92...

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- Va cambiar el tiempo...

  

2 comentarios:

DartaJuan dijo...

Es impresionante. Soy un estudiante de medicina estudiando neuroanatomía y me encanta lo que escribes del cerebro! Interesantísimo!Bravo!

Arturo Goicoechea dijo...

DartaJuan: me hace feliz el saber que hay un estudiante de medicina leyendo el blog e interesándose por el cerebro. Creo que las máquinas van a desplazar a los médicos al papel de meros administradores de recursos diagnósticos y terapéuticos pero la pedagogía, la cognición, siempre será patrimonio del profesional, el poseedor de conocimiento vivo, lenguaje, empatía... emoción.

Saludos