Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

Click here to switch to the english version

viernes, 7 de mayo de 2010

Estima autocorporal



La autocalificación es una actividad continua, inevitable, como lo es la circulación de sangre por los vasos sanguíneos, la respiración o el filtrado renal. Evaluamos nuestra historia pasada, presente y futura, nuestros éxitos y fracasos, nuestras posibilidades...

También evaluamos nuestro organismo, la máquina en la que reside esa condición misteriosa de la autoconciencia. Huesos, músculos, articulaciones, nervios...

En la condición de sentirnos sanos la evaluación es de una extrema simplicidad: todo en orden, estoy bien, no me siento. Sólo percibo el contacto de mi superficie corporal con el mundo. A veces, ni siquiera eso: sólo mi actividad mental mientras paseo o tecleo el ordenador.

El silencio interno se rompe en muchas ocasiones. Sentimos los latidos, las tripas, la respiración, las cargas del esqueleto, la tensión de los músculos, el golpeteo de la luz sobre los ojos, de la vibración del aire sobre los tímpanos o las sustancias volátiles sobre los receptores olfatorios nasales. El cuerpo se vuelve ruidoso, sensible, presente, insoportable.

Tendemos a interpretar que ese cuerpo desagradablemente sentido es un cuerpo enfermo, sobrecargado, degenerado, envejecido,sobrestimulado o abrumado por emociones que no encuentran su expresión natural.

No tenemos en cuenta otra posibilidad: es un cuerpo sano y razonablemente capaz, gestionado por un cerebro alarmista e hipocondríaco que lo considera enfermo, desgastado, sobrecargado, envejecido, sobrestimulado o abrumado emocionalmente.

Lo importante no es siempre lo que está sucediendo sino el modo en que lo valoramos. Esto es especialmente cierto cuando evaluamos una realidad que no está al alcance de nuestros sentidos, como sucede con el interior. Podemos imaginarlo pero siempre será algo especulativo.

- Me duelen los huesos, mis músculos están agotados, mis articulaciones rozan, mis nervios están pinzados, mi mente está embotada... algo misterioso que me quita vitalidad se ha apoderado de mi organismo.

- Está todo normal. Enhorabuena. Su cuerpo es normal. Simplemente se trata de una evaluación errónea de su cerebro. Actúa como si todo lo que usted piensa fuera verdad. En realidad lo que usted piensa es un eco de lo que su cerebro está pensando...

La estima somática es una actividad fundamental. Sin autoestima no vamos a ninguna parte, ni psíquica ni físicamente.

El tema de la autoestima está complicado con los bombardeos sistemáticos a los que nos someten los expertos en corporalidad y la candidez con la que atendemos sus proclamas alarmistas y descalificadoras.

- Tiene mucho desgaste...

El cerebro rumia las evaluaciones de los expertos y elabora programas perceptivos, emocionales y motores para gestionar el día a día de un cuerpo vulnerable al que los mismos expertos que lo han descalificado no encuentran soluciones satisfactorias. 

Se activan programas de sentirse enfermo para conseguir conductas de enfermo. La pescadilla se muerde la cola y engorda... 

- Lo suyo es un problema de estima de su cuerpo inaparente. Las apariencias externas son correctas. Las internas están por los suelos. Parece (por lo que usted siente) que el interior está calamitoso pero es sólo una apariencia. Todo está suficientemente correcto. Su cerebro debiera desactivar el programa que le hace sentirse enferma sin estarlo.

- Casi preferiría tener una enfermedad aparente. Esto que me cuenta no acabo de entenderlo y tampoco acaba de gustarme.

- Mal asunto... Un alumno que ha hecho bien el examen y se niega a ser aprobado...



7 comentarios:

Anónimo dijo...

Han mejorado mucho mis migrañas desde que lei su libro y descubrí su blog, pero si me tomo un orfidal por el motivo que sea, el dolor de cabeza al cabo de unas horas es seguro y además mucho más fuerte que los otros, porqué si no hay desencadenantes?
Gracias por su magnífico blog Doctor

Arturo Goicoechea dijo...

Anonimo: el desencadenante es el orfidal. Cualquier cosa, lugar, agente, estado, momento, por muy irrelevante que sea, puede dar lugar al encendido de la alarma. Un desencadenante es aquello que el cerebro considera erróneamente como señal de peligro en la cabeza.

Me alegra saber que el libro le haya ayudado.

Saludos

Sol del Val dijo...

Hoy navegando por internet decidí volver a tu página por si nos echabas de menos y habías decidido acabar con tu retiro voluntario y cual fue mi sorpresa cuando vi ¡que estabas de nuevo en activo !.
Gracias por volver. Echaba mucho de menos tus entradas.
Espero seguir aprendiendo y compartiendo. Por cierto, mis migrañas han mejorado considerablemente y sigo difundiendo activamente tus explicaciones.
Un abrazo grande y nuevamente gracias.

Arturo Goicoechea dijo...

Sol del Val: me alegra saber que estás otra vez por ahí y que la migraña vaya disolviéndose por obra de la racionalidad.

Saludos

Mandalas, Espacio Abierto dijo...

Hola de nuevo

Me ha gustado mucho esta entrada. Creo que nuestros pensamientos y nuestra postura de ver la vida hacen que nos posicionemos a favor o en contra de nosotros mismos.

En mi caso, tengo Miastenia Gravis, la vivo como si fuera algo más de mí, como el color de mis ojos, o un brazo. Me ha ayudado mucho a conocerme más y mejor y sólo puedo decir que que es mi gran maestra. Cuando explico esto a la gente, me miran raro, sólo me dicen, "no tienes aspecto de enferma". Para mi es un piropo, la enfermedad no me ha limitado en mi manera de pensar o de ser, al revés ha sacado lo mejor de mi.

Asi que estoy totalmente de acuerdo con la estima autocorporal y cualquier clase de estima que nos lleve a vivir con la máxima calidad de vida y felicidad.

Gracias por todo. Saludos.

Arturo Goicoechea dijo...

Mandalas: la enfermedad a veces nos abre los ojos a la conformidad y a lo que nos ofrece la vida. Entiendo lo que dices y ello indica que has tenido la capacidad de afrontar de un modo excelente el hándicap de la miastenia. Probablemente eso ayuda a que la miastenia se controle mejor pues se trata de un proceso muy sensible al modo como lo lleva el paciente.

Saludos

LOURDES dijo...

Hola Sol del Val;

Creo que vas por buen camino. El libro es muy importante, por lo menos lo fue para mí. Creo que hay conceptos muy importantes que no debes obviar como el de necrosis. Para mí ha resultado fundamental pues tras 12 años de migrañas han desaparecido; creo que una vez que se comprenden y asimilan los conceptos quedan grabados de la misma forma que estaban los anteriores erróneos sustituyéndolos.
Yo también trato de difundir estos conceptos.