Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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domingo, 18 de julio de 2010

Reparación de tejidos


La vida de nuestros ancestros era dura, arriesgada. Previsiblemente los arañazos, mordeduras, contusiones, desgarros, estaban a la orden del día. El organismo debía emplearse a fondo para reparar heridas complicadas. 

Los embriones de los mamíferos reparan las heridas perfectamente, sin cicatriz. El embrión regenera los tejidos sin dejar rastro del suceso. Los años van mermando la capacidad regenerativa y tienden a dejar en la zona herida la huella de la cicatriz, un tejido fibroso poco estético que restringe la movilidad articular y altera la función del órgano afectado.

El organismo adulto repara de forma chapucera las heridas, con mucha inflamación y mala reposición celular.

La reparación de una herida pasa por tres fases: inflamación, proliferación y maduración

Donde se produce la agresión hay muchas bajas celulares. Un número ingente de células han muerto de forma violenta, necrótica. Una célula necrótica es un peligro para el organismo pues libera todo tipo de tóxicos. La inflamación es la respuesta defensiva necesaria que elimina cadáveres necróticos y gérmenes que previsiblemente se han incorporado a darse el gran festín.

La inflamación es cosa de un par de días. Una vez eliminado el peligro debe regenerarse, en lo posible, el tejido perdido. Una compleja cascada de factores de crecimiento dinamiza la reposición celular y la formación de tejido de cicatrización, fibroso. Hay factores pro y anti. Fuerzas que promueven y otras que contienen. La fase de proliferación lleva unas semanas para dar paso a la última de maduración en la que, de forma lenta (meses) y definitiva se modela la zona dentro de sus posibilidades.

Uno desearía que sus heridas cicatrizaran como las del embrión pero no es posible. La reparación de los tejidos del adulto contiene el riesgo de generar una cicatriz con defectos estéticos y funcionales.

Hay una tendencia simplista a reducir el problema de la reparación a la inflamación. Si la lesión se inflama en exceso aquello producirá cicatriz. De ahí el empeño en frenar la respuesta inflamatoria con todo tipo de medios (compresiones, hielo, antinflamatorios...).

Realmente la reparación correcta no depende tanto de la inflamación (protección frente a la necrosis) como de la siguiente fase: proliferación, respuesta de la matriz extracelular, del tejido fibroso... Poco sabemos acerca de lo que podemos hacer para conducir esta fase por los cauces debidos. Quizás un mejor conocimiento de la compleja interacción de los factores de crecimiento pudiera permitirnos en el futuro evitar los problemas de la cicatrización excesiva o chapucera. 

Las cicatrices internas y externas pueden crear serios problemas con su tendencia a contraerse y estrangular todo lo que pillen en su interior. Asas intestinales, córnea, pulmones, piel, nervios que intentan reconectarse... 

Cuando algo duele y ha habido lesión violenta previa existe la posibilidad de que el dolor surja de los efectos de una cicatrización que estrangula tejido normal. Cólicos intestinales por bridas fibrosas que obstruyen asas...

La cicatrización excesiva e inoportuna no es la regla sino más bien la excepción. 

Los procesos degenerativos no son equiparables a los procesos de reparación de tejidos necrosados. No hay inflamación, proliferación ni maduración. No hay riesgo de estrangulamiento de tejidos.

Se tiende al abuso. Cuando algo duele se dice que está inflamado y pinza nervios. Probablemente no es así y haya que buscar otros motivos al encendido de la percepción de dolor.   

Se dice que las heridas de hogaño ya no son las de antaño, que el organismo sigue curando con el furor de los viejos tiempos, un furor que ya no tiene sentido con el tipo de heridas producidas en nuestra civilización y que, por ello, es prudente y razonable templar el furor reparativo con hielos y antinflamatorios.

Mientras no se demuestre lo contrario, se sostiene, hay desmesura y chapucería en las reparaciones. Se justifica, por tanto, la antinflamación y la antiproliferación, el patrón del embrión...

Puede que el futuro nos depare alguna maravilla de reparación guiada pero, hoy por hoy, no parece que nuestros gestos de hielos, vendajes compresivos y antinflamatorios consigan gran cosa. 

- Desde que me dí el golpe me ha quedado un dolor terrible en la zona. Tendré algún tendón o nervio cogido.

En la zona de los tendones y nervios cogidos la mayoría de las veces no se muestra ningún rastro de la herida. El organismo ha reparado brillantemente la herida. No se le hace justicia...

- Esto está perfecto. Es una maravilla de reparación...

- Pues a mi me duele... ahí, donde me dí el golpe

- Ahí le duele...

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